Conversando con mi buen amigo y colega periodista, Joselías Sánchez, sobre mi nuevo empleo, que consiste en la comercialización de pinchagua, me señaló esta frase: "El Olor del Dolar", al referirse alolor del pescado que se penetra en la ropa.
Aparentemente es así, el negocio del pescado genera mucho dinero para quienes tienen suficiente capital para invertir en este negocio; pero, atrás de esta actividad hay dramas humanos de personas, especialmente de mujeres, quienes con sus pequeños hijos se ganan unos cuentos dólares desbuchando la pinchagua, seres humanos que trabajan horas tras horas, de días tras días y noches tras noches.
Hombres también que como cuadrilleros mueven decenas de toneladas de pescado al día, bajándola de un camión para después de cortada subirla a otro carro. Mientras que el comerciante "pelea" para que nada se desperdicie. Ese es el negocio.
María, se apura cortando pinchagua, mientras ve como su niña, se ha quedado dormida en el mezon, sin abrigo, mojada y aguantando todo el viento del mar de Jaramijó, son las 9 de la noche, sólo han almorzado; es decir, medio almorzado, ya siente cancasio, les ha tocado estar en la cortadora desde las 6 de la mañana y aún no sabe a que hora llegará a la casa, de acuerdo a la cantidad de pescado llegará a las 12 de la noche. Ese es el olor del dolar. Mientras la niña sigue durmiendo inocentemente, mientras que sus hermanos ayudan a su mamá. en todo son 4 niños, el mayor de 6 años, pero ya con esa habilidad de desbuchar pinchagua.
Ese es el drama humano que no se ve y que nadie entiende de este negocio, mañana todo seguirá igual. Ese es el olor del dolar.
este es un pequeño escrito del reportaje que escribiré sobre este tema.
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