El voto
es un mecanismo de participación ciudadana que el pueblo de una nación puede
utilizar para ejercer el derecho al sufragio.
El voto es,
ante todo, un acto personal y de voluntad política; además, es un derecho y un
deber de todos los ciudadanos.
Pongo estos
conceptos porque el próximo año, en el mes de febrero, se elegirá prefecto, alcaldes,
concejales y presidentes parroquiales, y la ciudadanía desde a hora debe comprender
que tiene el poder en sus manos para elegir a los mandantes.
Y sobre todo
tiene que hacer respetar su voluntad política en las urnas, para aquello los electores
deben convertirse en vigilante de este proceso electoral; es decir, deben de
pasar de simples ciudadanos pasivos a activos de nuestra democracia.
Sólo así al
finalizar el proceso electoral se estará seguro que éste se efectuó de la mejor
manera. La gente tiene que irse apoderando desde ya de estos temas, para que
después no reniegue que existió fraude o que se boto nuestro voto. Es mi
palabra.